Y esa persona no era yo.
Me arropé en una bata que no era mía y puse una cafetera que nunca había visto.
Un gato que no era naranja me miraba receloso, sentado en la mesada. Su cola serpenteaba, dibujando un nombre que no era el mío.
Usé un shampoo que no olía a mi y el cepillo de dientes tenía un sabor raro. No pude encontrar un peine así que opté por usar los dedos, satisfecha de encontrarme con el cabello largo y oscuro.
Escuché a su novio diciéndole que el café estaba listo.
Sentí vértigo. No estaba soñando.
Otra vez no. Pensé mientras veía perfectamente como el reloj pulsera, marcaba las ocho y media.
Por favor, de nuevo no. Me dije en voz baja, mientras comprobaba que el interruptor encendía y apagaba la luz.
Limpié el vapor condensado en el espejo para encontrarme con estos ojos pardos, llenos de preguntas que no sabía responder.
Respiré profundo intentando recordarme.
Esta soy yo ahora. A pesar de la mirada reprochante del reflejo, era lo que nos tocaba.
Está fuera de mi control. Le dije al espejo, ya sin culpa, mientras veía como la que fue se adormecía y yo abrazaba mis nuevos recuerdos.
Finge hasta que te lo creas. Las palabras resonaron en mis tímpanos.
Tal vez, este cuerpo sea el definitivo.
Tal vez, este sea mi yo real.
Ojalá, ya estoy cansada.